XV




Y mis manos,
temblorosas,
acarician tu piel en el recuerdo
tratando de recobrar la paz perdida
de mi alma.

Obsesivas,
mis uñas se desgarran,
arañando el fondo de la noche
tratando de diluir de nuevo en ella
mi alegría.

Mis pies,
incansables,
han llevado mi oscura figura por caminos
transitados de arena salpicante
que agarrada a la sombra de mi mano
desespera mis palabras,
las agita y las explota
en cantos de nostalgias y de guerras
incapaces de devolver mi paz.

Impotentes,
mis ojos,
apenas me miran morirme de quietud,
de falta de luz y de caminos.



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