Quiero escribir versos.
Quiero construir finas filas de palabras
que como hojas de afeitar
donde rozan dejan huella
y al cabo del tiempo puedan decir:
Aquí pasaron los versos de un hombre
que aunque triste
quiso escribir versos
con la dureza y el poder
del delgado acero
que hiere la aspereza.
He recorrido de nuevo
mis no sé cuántos versos
y estoy triste como siempre
más que nunca de saber que siempre
podría mi vida depender
de un verso que nunca encontraré
y que busco en cada esquina;
en cualquier parte que me vean
obsesionado estoy
ordenando sustantivos, verbos, adjetivos
hasta hacerlos versos
poesía para gritar en las plazas y los parques.
No me importa que no encuentre nunca
el verso que busco con afán
el verso que todo lo derrumbe
rasgue las vestiduras
y nos muestre
a todos
lo que somos de verdad;
el verso total
que todo lo diga y lo repita si es del caso
el bloque irreductible de palabras
necesarias marchando en fila india
haciendo de la búsqueda del verso total e irreductible
la esperanza
la meta final de un oficio que no existe
y que alguien tiene que asumir
sufriendo aún lo necesario
todo lo que dice viviendo todo lo que exige.
No quiero morir sin escribir mi verso,
no quiero que mañana al recordarme digan:
No dijo suficiente
no dijo lo que quiso
le dieron miedo los mensajeros de la muerte
y de igual forma murió.
Yo moriré de plomo y poesía
de igual forma que puedo morirme de otra cosa;
la muerte es lo único seguro que acarrea la vida
y me da miedo
pero igual voy a morirme un día
con o sin miedo
de plomo y poesía
o de otra cosa.
Podrían por ejemplo matarme.
Por ejemplo podría morirme
pero soy uno solo
demasiado intrascendente
no pasaría nada;
moriría de ganas de vivir
soy uno solo
y ya han matado muchos
soy uno solo
y no podrán matarnos a todos
ni siquiera casi todos;
están muy muertos
muy impregnados de odio y sinrazones.
No podrán quitarnos mucho nunca
solo algunas vidas
que no podrán ser suficientes.
Yo seguiré buscando mi verso
a mí aún no logran sembrarme de silencio.
Yo seguiré hablando a las plazas y los parques
gritando en mi canto lo que pienso y lo que creo.
Un hombre puede morir en cualquier parte;
vivir implica morir de alguna forma
y los hombres seguirán siendo los hombres
y creyendo en el poder de la palabra
en la vida y en la muerte
en la gente, nuestra gente
inmensa mole de silencio
que comienza a ser rumor
a erigirse en esperanza
la única esperanza
nuestra esperanza construida de silencio
que poco a poco va tornándose
en un inmenso grito
interminable como un pueblo
un grito cósmico
el verso que el día en que yo muera
estaré buscando con afán
el verso irreductible
inevitable como el hombre
y su porvenir libre
inevitable.
Chucho Peña