Ponencia

LA POESÍA DE CHUCHO PEÑA:
UNA RESPUESTA A LA DESESPERANZA


Pereira, 24 de septiembre de 2010

"No quiero morir sin escribir mi verso"
Chucho Peña

Por: MIREYA VALBUENA CARREÑO.


Hace muchos años, casi veinte, encontré el siguiente poema de Chucho Peña escrito por la mano de algún estudiante de vuelo largo, en el atril de un aula de esta universidad, entonces supe que su poesía había cruzado fronteras:




LA POESÍA DE CHUCHO PEÑA: UNA RESPUESTA A LA DESESPERANZA


Quiero escribir versos
Quiero escribir versos
Quiero construir finas filas de palabras
que como hojas de afeitar
donde rozan dejan huella
y al cabo del tiempo puedan decir:
Aquí pasaron los versos de un hombre
que aunque triste
quiso escribir versos
con la dureza y el poder
del delgado acero
que hiere la aspereza.

He recorrido de nuevo
mis no sé cuántos versos
y estoy triste como siempre
más que nunca de saber que siempre
podría mi vida depender
de un verso que nunca encontraré
y que busco en cada esquina;
en cualquier parte que me vean
obsesionado estoy
ordenando sustantivos, verbos, adjetivos
hasta hacerlos versos
poesía para gritar en las plazas y los parques.

No me importa que no encuentre nunca
el verso que busco con afán
el verso que todo lo derrumbe
rasgue las vestiduras
y nos muestre
a todos
lo que somos de verdad;
el verso total
que todo lo diga y lo repita si es del caso
el bloque irreductible de palabras
necesarias marchando en fila india
haciendo de la búsqueda del verso total e irreductible
la esperanza
la meta final de un oficio que no existe
y que alguien tiene que asumir
sufriendo aún lo necesario
todo lo que dice viviendo todo lo que exige.

No quiero morir sin escribir mi verso,
no quiero que mañana al recordarme digan:
No dijo suficiente
no dijo lo que quiso
le dieron miedo los mensajeros de la muerte
y de igual forma murió.

Yo moriré de plomo y poesía
de igual forma que puedo morirme de otra cosa;
la muerte es lo único seguro que acarrea la vida
y me da miedo
pero igual voy a morirme un día
con o sin miedo
de plomo y poesía
o de otra cosa.
Podrían por ejemplo matarme.
Por ejemplo podría morirme
pero soy uno solo
demasiado intrascendente
no pasaría nada;
moriría de ganas de vivir
soy uno solo
y ya han matado muchos
soy uno solo
y no podrán matarnos a todos
ni siquiera casi todos;
están muy muertos
muy impregnados de odio y sinrazones.
No podrán quitarnos mucho nunca
solo algunas vidas
que no podrán ser suficientes.

Yo seguiré buscando mi verso
a mí aún no logran sembrarme de silencio.
Yo seguiré hablando a las plazas y los parques
gritando en mi canto lo que pienso y lo que creo.
Un hombre puede morir en cualquier parte;
vivir implica morir de alguna forma
y los hombres seguirán siendo los hombres
y creyendo en el poder de la palabra
en la vida y en la muerte
en la gente, nuestra gente
inmensa mole de silencio
que comienza a ser rumor
a erigirse en esperanza
la única esperanza
nuestra esperanza construida de silencio
que poco a poco va tornándose
en un inmenso grito
interminable como un pueblo
un grito cósmico
el verso que el día en que yo muera
estaré buscando con afán
el verso irreductible
inevitable como el hombre
y su porvenir libre
inevitable.


Hace muchos años, casi veinte, encontré el siguiente poema de Chucho Peña escrito por la mano de algún estudiante de vuelo largo, en el atril de un aula de esta universidad, entonces supe que su poesía había cruzado fronteras:

SEÑALES

Tan sólo es necesario vestirnos
color de poesía;
impregnarnos la frente de fragancia
verso libre,
ser prototipos del estilo
canto sin barreras;
caminar del lado de la vida
duro contra el viento
para que seamos declarados
elementos fuera de orden.


Chucho caminó del lado de la vida, fue prototipo del estilo de una época, aún vigente, pues la utopía de libertad, justicia e igualdad que perseguía con afán apasionado no se ha hecho realidad.

En el 2005 descubrí su maleta, en unas manos amigas que la custodiaron durante estos largos años. Después vino el proceso de digitación y selección del material: más de 400 páginas, cantidad considerable si se tiene en cuenta la edad de Chucho en el momento de su muerte: 24 años. Este hallazgo es el origen del libro que hoy podemos disfrutar y la otra razón que ha conducido mis pasos a este espacio, a compartir con ustedes los versos de un muchacho soñador y apasionado por la libertad, que es como decir, compartir un renacimiento, pues la poesía afortunadamente, para los humanos, renueva las palabras, las preña de sentido.

Nacer representa una ruptura con un estado anterior en el que la inocencia quizá habita otros universos, y deviene una continua búsqueda en pos de nuestra esencia. Dice Chucho en su poema:

Yo también estuve en paz
pero nací;
allí comenzó mi guerra.


Nació el 22 de febrero de 1962 en Medellín, donde transcurrió su infancia en un ambiente entre lo urbano y lo rural de aquella ciudad en crecimiento. Su vida de estudiante estuvo circundada por protestas y marchas en las que se ponía de manifiesto la rebeldía de una juventud y el auge del desarrollo político de la izquierda en nuestro país.

Desde temprano su espíritu buscó la expresión artística como una forma de manifestarse, de ejercer su criterio: entonces fueron la canción, el poema y el teatro sus mejores camaradas, así terminó trabajando con el Teatro Estudio Universitario de la Universidad Autónoma Latinoamericana (UNAULA) en Medellín.

Los sesentas y los setentas en Colombia y en Latinoamérica, estuvieron cruzados por un despertar en lo político y en las letras: especialmente signados por el triunfo de la revolución cubana y la estela heroica del Ché Guevara, que diseminaron la utopía de la América de fraguas /En las que se destruyen las cadenas y las armas; /La América de hierro /Para fundir en patria los arados, La América trigal/En la que se amasa el pan de todos, dice Chucho en su poema Palabras ante la tumba de don Simón. Florecieron también otros proyectos políticos que buscaron extender la experiencia cubana, como la de los Tupamaros en Uruguay, el sueño democrático de Chile con Salvador Allende y el inmenso Pablo Neruda, y ya finalizando los setentas, el fugaz triunfo de la revolución sandinista.

Pero también fue, en el campo político, la época de las dictaduras militares como respuesta a estos anhelos libertarios y con ellas la crueldad de la arremetida por sustraer del ámbito político estas tendencias, estos proyectos.

Por otra parte, fueron las décadas en las que llegó a la cima el llamado Boom Latinoamericano con Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Y con ellos, poetas como Roque Dalton, Otto René Castillo, Mario Benedetti, entre otros, quienes desde la vida hasta la muerte estuvieron comprometidos con el sueño latinoamericano de libertad y justicia social. Momento clave en la historia de las letras de este territorio, pues con ellos y otros escritores se fundó la propuesta de Literatura Latinoamericana auténtica, nacida del deseo de ser.
Momento clave pues se conjugó estéticamente, el proyecto literario con una postura política autónoma y crítica de la problemática social de estos pueblos.

Todo lo anterior impregnó el espíritu de muchos jóvenes, Chucho entre ellos, dándole palabras al sueño de SER latinoamericano, de recobrar la identidad perdida, extraviada quizá desde el choque con la cultura europea. En aquel momento se buscaba un proyecto político y un proyecto artístico que inquiriera y expresara esta alternativa. Este fue el sustrato que nutrió el proyecto artístico latinoamericano, este, el sustrato del proyecto artístico de ChuchoPeña. El sueño entonces consistía en despertar la conciencia a través de la poesía, la canción, el teatro, las artes en general.

Así, con todos estos acontecimientos bullendo en su alma y en medio de la situación política nacional, expresión de lo que se vivía a nivel latinoamericano, Chucho llegó a Bucaramanga en 1982 desde su natal Medellín que se debatía entre la ansiedad de los movimientos de izquierda por sobrevivir y avanzar, y el naciente proceso de desarrollo del narcotráfico y el paramilitarismo. Llegó buscando espacio, aire para su proyecto y lo halló, pues se vinculó desde el comienzo con El Sembrador, grupo cultural conformado por jóvenes universitarios, soñadores como él, empeñados en crear una alternativa cultural de resistencia a la oficial. Allí había cabida para poetas, cantores, teatreros, gestores culturales, músicos y artistas plásticos, es decir, todas las artes tenían su expresión. Chucho engalanó los escenarios populares con sus recitales que eran más que la lectura, la representación de los poemas.

En su búsqueda Chucho encontró escritores jóvenes como él pero también a quienes serían sus maestros: Pablo Neruda, Julius Fucik, Blas de Otero, Alejandra Pizarnik, Miguel Hernández, Federico García Lorca, José Martí, Mario Benedetti.

Pero sobre todo, Otto René Castillo y Roque Dalton fueron sus faros en el quehacer literario, en el quehacer político y en cada uno de los actos de su vida, pues como afirma Oscar Jairo González Hernández en su ensayo para el XX Festival Internacional de Poesía de Medellín “En cada poeta hay una poética, y esa poética es la que se encuentra también en sus poemas, y en ella expresa sus posturas para con la vida de poeta y con sus actos poéticos.” Esta influencia se percibe en la vida de Chucho, en su trajín político, en su poesía, en sus recitales e incluso, por aquellas mágicas coincidencias, también en su muerte.

La poesía de Chucho Peña es, como dijera Isaías Peña Gutiérrez, al caracterizar la poesía de la segunda mitad del siglo XX en América, una poesía coloquial en tanto que recurre a un lenguaje sencillo, escueto casi podría decirse, perentorio. Los asuntos tratados son igualmente urgentes pues es la vida, el amor, la muerte, temas universales de los que se han ocupado siempre los poetas. Asuntos que aún nos agobian, que incitan a la desesperanza son los que circulan en sus poemas, no aquella plateada por Álvaro Mutis, en la cual el desesperanzado no hace nada absolutamente nada por transformar el mundo, pues si bien es cierto que en su poesía palpita la desesperanza, también habita en ella la esperanza, quizá como algo más profundo que un fugaz momento de entusiasmo.

El elemento desesperanzador en la poesía de Chucho está en la presencia cruda de la problemática política, social, económica e ideológica de la sociedad, es decir en la situación desatada por un desarrollo que privilegia cada vez más a un sector de la sociedad, en el deterioro social que provoca.

El primer rasgo de la desesperanza señalado por Mutis que alude a la estrecha relación entre lucidez y desesperanza, en la cual a mayor lucidez mayor desesperanza, se percibe en la poesía de Chucho, en la presencia de la realidad agobiante , en la convicción de que la oferta de los dirigentes del Estado no es la salida, no es la solución, no se confía en ese discurso del hombre que busca el éxito del dinero, en este sentido hay desesperanza y lucidez, no se transige de ninguna manera. Sin embargo sus poemas sugieren una confianza en otra búsqueda relacionada con la transformación de las relaciones entre los hombres, con la justicia, la igualdad, y se proyecta más allá de estas condiciones sociales, haciendo de esta búsqueda una transformación íntima del ser humano:

No me importa que no encuentre nunca
el verso que busco con afán
el verso que todo lo derrumbe
rasgue las vestiduras
y nos muestre
a todos
lo que somos de verdad


Ante la segunda condición de la desesperanza, la incomunicabilidad, esa imposibilidad de hacer partícipe a otro de algo que se sabe, el poeta tiene conocimiento de la decadencia social y política y busca afanosamente comunicarlo a través de sus poemas,

Yo seguiré hablando a las plazas y los parques
gritando en mi canto lo que pienso y lo que creo.


No obstante el poeta sabe que en su búsqueda está solo y que su oficio de rastreador no existe,
haciendo de la búsqueda del verso total e irreductible
la esperanza
la meta final de un oficio que no existe


La tercera característica del desesperanzado, su soledad, nacida de la incomunicación, en el caso de Chucho se manifiesta no como la incapacidad de comunicar sus propias convicciones sociales si no como la certeza de la soledad del ser en la búsqueda de su esencia.

Y la cuarta condición es su estrecha y peculiar relación con la muerte. En varios de sus poemas, en este especialmente se aprecia este rasgo de la desesperanza. El miedo a la muerte se expresa de manera serena pues se tiene la certeza de su inevitabilidad, es más, de su proximidad, pero es su muerte, la de un solo individuo, no la de los bastantes como dijera él para referirse a la gente a todos, al pueblo. En este aspecto la vida y la muerte rompen las fronteras individuales para dar lugar a un concepto más amplio: es el conjunto, es podría decirse el género humano.

Así, en la brevedad de esta presentación, se puede concluir que a pesar de los elementos de la desesperanza que transitan en la poesía de Chucho, y tal vez como respuesta, coexiste con ellos la luz de la confianza plena en la búsqueda humana de lo esencial: el verso irreductible /inevitable como el hombre /y su porvenir libre /inevitable, la confianza en el poder de la palabra, en la gente, en la vida y en la muerte, como parte de la misma vida, pues vivir implica morir de alguna forma, no es la dicotomía entre vida y muerte sino la unicidad de un proceso.

Después de que el acoso político a El Sembrador obliga a sus integrantes a disolverse, Chucho se vincula como poeta a la Escuela Político-sindical de la Unión de Trabajadores de Santander USITRAS, con la cual llega a diversos lugares, entre ellos a uno de los sindicatos fuertes de la época: Sintraindupalma en San Alberto, Cesar. Posteriormente funda junto a Lucho Arguello, el grupo de teatro Comunidad de las Calles, claro está sin dejar de hacer poesía ni dejar la actividad política.

La publicación para cualquiera que escriba o intente hacerlo es fundamental; a la par con ello, la condición económica del escritor generalmente no es la mejor y en los ochentas la tecnología estaba más fuera del alcance de los jóvenes escritores que ahora, esto convertía la publicación en una tarea titánica y riesgosa. Chucho alcanzó a publicar un poemario con el título Delmasestrictouso y abuso y dejó preparada una selección de poemas que iría a publicar con otro poeta, Notas de Bitácora.
En este estado se encontraba en 1986 su proyecto cuando en Bucaramanga se desató una tormenta de persecuciones, expresión del recrudecimiento de la crisis política del país en la que reinó la confusión, la vileza y la desconfianza.

Pero aquí estamos hoy, celebrando la edición de una parte de sus poemas, compartiendo este renacimiento, esta entrega para que tenga lugar el relevo en la búsqueda del verso total e irreductible y sembremos de poemas el sueño de SER.

1 comentario:

Arley, ofm dijo...

Wow... este poema lo encontré hace veinte años... en el año 1994... en un muro de un colegio en Medellin...