Jesús María Peña Marín (Chucho Peña) nació el 22 de febrero de 1962 en Medellín y, a la edad de 24 años, en su ciudad de adopción Bucaramanga, fue desaparecido y con sevicia muerto por “desconocidos” el 30 de abril de 1986.
Actor, poeta y cantor, trabajó con el grupo Teatro Estudio Universitario de la Universidad Autónoma Latinoamericana en su natal Medellín. Cuenta su familia que una de sus aficiones era cantarle a sus numerosos hermanos y amigos.
En 1982 se radicó en Bucaramanga, invitado por José Vicente y el Centro de Expresión Artística Sembrador que en ese entonces dirigía Jairo Navarro. Desde esa nueva tribuna participó en las veladas artísticas de “Tertulia”, la taberna de la carrera 26, y en los “Conciertos Populares” que se realizaron en diversos parques de la ciudad.
Con el cierre de Tertulia a raíz del atentado contra Jairo, Chucho se vinculó a la Escuela Político Sindical de la Unión Sindical de Trabajadores de Santander "Usitras" y a la Fundación para la promoción de la cultura y la educación popular "Funprocep" y, junto con Lucho Argüello, constituyó el grupo “Comunidad de Teatro de las Calles”, cuyos ensayos con zancos los hacían en el Parque de los Niños.
Fueron quizás sus lecturas de poemas de viva voz, o su presencia en las huelgas obreras de los años ochentas, o su apoyo poético-teatral a los movimientos estudiantiles y sociales lo que exacerbó el odio criminal en contra suya.
Chucho era un joven muy delgado, de pelo castaño muy lacio que apretaba con una boina al estilo Guevara, vestía bluyines, zapatos tenis y una mochilita donde cargaba el atril y sus poemas, que recitaba con voz viril, atronadora, en contraste con su grácil apariencia.
Los últimos meses de su vida fueron de zozobra pues tenía la absoluta certeza de que era seguido y había recibido terribles amenazas que lo tildaban de “enemigo de la democracia”.
El 30 de abril de 1986, cuando salía de su casa, fue sorprendido por dos desconocidos que lo subieron por la fuerza a una motocicleta. Días después se supo de un NN que había sido hallado junto a una quebrada al lado de una carretera rural del municipio de La Vega, Norte de Santander; Lucho, quien no se había cansado de buscarlo, fue a reconocerlo: le habían arrancado las uñas y sacado los ojos y la lengua y le habían dado veintiocho puñaladas y dos tiros. Tanta rabia ensañada contra el más puro, el más alado, el más frentero y comprometido poeta nuestro.
Con dolor registramos su insalvable partida pero confirmamos con alegría que su recuerdo vive y su corazón vibra en la lectura de sus versos, vigorosos y vigentes.
Al final del blog se encuentran algunos de sus poemas. La mayor parte de su obra se halla en el libro «Aún no logran sembrarme de silencio» editado por Mireya Valbuena y Claudio Anaya. El libro salió a la luz el 23 de febrero de 2010, en el homenaje celebrado en La Casa del Libro Total.
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